Todos los lunes, justo después de llegar a casa desde el trabajo, sentarse en un lugar tranquilo en su casa y relajarse durante unos minutos, imagine que todos sus problemas se han resuelto y que ya no tiene que preocuparse. Diga una oración a San Judas Tadeo, el santo patrón de las causas desesperadas, pidiéndole protección.
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